Primeros días de Septiembre

El primer fin de semana de este largo año y también de Septiembre ha estado repleto de actividades. Empezamos el viernes por ir a conocer el Centro Cultural Español y a su presidente, Luis. Como ya sabéis, este año soy la encargada de tomar el relevo en las clases de conversación que se celebran los lunes. Ya sea por los veranos en España, los intercambios con el club de Palamós, por interés filosófico u otros motivos, hay un pequeño grupo de ciudadanos de Rheda-Wiedenbrück interesados en la lengua y cultura española, y con distintos tipos de nivel de aprendizaje del castellano. Durante este año 2017 y 2018 mi objetivo es seguir aprendiendo con ellos la lengua de Cervantes y mantener vivo su interés por ella.

El sábado hicimos una pequeña excursión mañanera por los alrededores, y ya a la tarde fuimos yendo a la barbacoa que los “amigos de Palamós” habían organizado para conocernos a “los nuevos”. Francisco y yo fuimos un poco antes con Stephan y Luis, y así pudimos preparar una grandísima ensalada mientras Luis empezaba con la carne y las brasas. A las 7 fue llegando todo el mundo, incluso a personas que no esperábamos! Todos muy contentos cuando empezaron a saber que el curso volvía a retomarse este viernes 1 de septiembre. De la barbacoa creo que salimos todos con la barriga muy llena, y contentos algunos por haberse reencontrado con sus compañeros y otros por haber conocido a gente nueva.

Nos habíamos propuesto ir a conocer los pueblos de los alrededores, así que el domingo aprovechamos la maravillosa mañana que hacía y nos acercamos a Rietberg. Evidentemente, lo hicimos con nuestro medio de transporte oficial: las bicicletas. Unos 15 kilómetros preciosos entre praderas y riachuelo hasta llegar al pequeño pueblo, y otros 15 para volver. Hicimos un trozo del recorrido del camino del Río Ems, un camino que discurre al lado de sus más de 300 km hasta la desembocadura. Por lo que nos contaron, el pequeño río que veíamos a nuestro lado del camino no era nada en comparación con el enorme río que acaba llegando a ser, pudiendo llegar a albergar en su desembocadura la botadura de barcos crucero inmensos. En la pequeña ciudad, descubrimos el museo de un artista italiano afincada en Rietberg. Allí pudimos admirar el arte con el hierro, mientras nos hacíamos alguna foto con las esculturas expuestas en el exterior.

Durante el camino de regreso paramos a visitar el conjunto de edificios alrededor de una congregación católica que habíamos visto en la ida. El conjunto en sí no tenía nada de especial que destacar, lo que sí que fue muy bonito fue escuchas al coro de jóvenes que estaba ensayando para una representación que harían a la tarde. Muy amablemente nos dejaron escuchar un ratito, y luego reemprendimos nuestro camino de vuelta a casa. En definitiva, un fin de semana entretenido y bonito.

La semana siguiente empezamos el curso de alemán. Después de hacer la prueba inicial que determinaría a qué curso iríamos, Francisco y yo estábamos preparados para empezar las ya tan esperadas clases. Francisco empezó el 5 de septiembre, mientras que yo tuve que esperarme a la semana siguiente. Las primeras clases fueron muy edificantes, aprendiendo sin parar cosas nuevas y poniéndonos al nivel de los demás compañeros. Esperamos con ansias las siguientes semanas!! Estamos seguros que lo pasaremos muy bien, mientras aprendemos esta lengua tan diferente pero tan interesante. Hasta el próximo artículo, Tschüss!

P.D.: Sí, todos os preguntaréis porqué casi no hay fotografías en éste artículo. Se me rompió el móvil, y he perdido todas las fotos que había hecho... una pena :(

Además, el artículo hace referencia al primer fin de semana de Septiembre y está colgado en Noviembre... también tuve problemillas con el internet!


Puesta de sol desde la terraza de un bar de Rheda, al que fuimos expresamente por las vistas